Comentario
La fecha del 10 de julio de 1943, en que se produce el desembarco aliado en Sicilia, suele considerarse como la de la unión de todas las conjuras en presencia. La encabezada por el monarca, sin embargo, había sabido adelantarse y con ello obtener la dirección efectiva de la operación. Víctor Manuel mismo había afirmado en esos días: "Hay que proceder por etapas. Abatir a Mussolini, sí, pero no afrontar a todo el fascismo".Nada temían más los medios conservadores que un posible vacío de poder que inclinase la balanza a favor del antifascismo democrático. Este, además, contaría obviamente con el decisivo apoyo de la clase trabajadora, que en una gran proporción continuaba en huelga. Era cuestión, pues, de evitar ese riesgo.Los jerarcas se ponen a disposición del rey para proporcionarle el medio legal que les ha pedido. Mientras tanto, el Ejército ha adoptado medidas para el control total de una situación de especial emergencia.Desde el día primero de junio, todos los mandos fundamentales se mantienen alerta, preparados para la acción golpista en la que se encuentran profundamente implicados. El general Roatta reúne alrededor de la capital suficientes unidades para neutralizar una posible reacción, tanto de la Milizia fascista como de los alemanes.El rey ha encargado a Badoglio la formación de un gabinete fuertemente conservador, que entrará en funciones en el mismo momento en que sea anunciada la destitución de Mussolini. Siguiendo las normas ya clásicas del golpe de Estado, el mariscal ha ordenado la elaboración de un plan para el arresto de Mussolini y sus adláteres, el control de la ciudad de Roma en sus puntos neurálgicos y la ordenación de su defensa general contra un posible ataque.Los malentendidos y las oscuridades, fomentados tanto desde el Quirinal como desde los despachos del Estado Mayor, conseguirán mantener hasta el fin sus objetivos de confusión.A mediados de julio, nadie se decide a actuar todavía. Se prefiere esperar una última posibilidad de contar con la voluntad de Mussolini. Los lazos con su persona son para todos demasiado fuertes. Y, por otra parte, él se presenta todavía como la única fuerza capaz de mantener el orden dentro del país.El día 18, Hitler llama a su amenazado aliado para una conferencia en la ciudad de Feltre. Los conjurados deciden aguardar al resultado de esta entrevista, que puede ser crucial en sus proyectos. Pero la dura actitud del Führer conseguirá, en definitiva, vigorizar la voluntad del italiano en su postura de proseguir la guerra.Constatado esto a su vuelta a Roma, la decisión de los conjurados está tomada. Todo será cuestión de días.Durante la reunión de Feltre, la capital ha sufrido el primer bombardeo aéreo. Ocupada rápidamente Sicilia, gracias tanto a las multitudinarias deserciones producidas en el Ejército italiano como a la decidida colaboración de la mafia local, la isla se convierte en una gran base de ataque contra el continente.Casi mil quinientos muertos y más de seis mil heridos es el balance de los daños humanos sufridos ese día por la ciudad de Roma. El propio rey ha podido comprobar, en su visita a los barrios afectados, la frialdad y aun la hostilidad con que su presencia es acogida por la población. Esta comprobación será una de las causas que, en esas últimas horas de indecisión, le empuje a la acción contra un régimen que amenaza con arrastrar a la propia dinastía que le ha dado cobijo.